viernes, 24 de febrero de 2023

La simbología presente en “La Partida de Ajedrez” de Sofonisba Anguissola


"La Partida de Ajedrez" Sofonisba Anguissola, 1555.


Por: Leopoldo Ágreda Lovera.

A primera vista La Partida de Ajedrez” de Sofonisba Anguissola, representa a sus tres hermanas bien ataviadas jugando al ajedrez, en compañía de una criada con un fondo que evoca a la naturaleza, percibiéndose una montaña, un castillo, un árbol al centro y un río.

Como señala el nombre de la pintura, el elemento más llamativo en primera instancia es el juego de ajedrez, el cual simboliza la inteligencia, el uso del intelecto y es además, un pasatiempo para personas distinguidas, siendo conocido como un juego de monarcas, príncipes, etc., nunca jugándolo personas de baja condición.

No obstante, en esta pintura la única persona que observa directamente al juego, es la sierva, quien esta ataviada con ropajes más humildes, al ser comparada con las hermanas, quienes lucen trajes muy ornamentados; los cuales junto al mantel de la mesa, traen a la memoria una reminiscencia de la escuela flamenca.

La que a todas luces es la hermana mayor de la pintura, mira directamente al espectador, lo que en el estilo barroco era muy común, aunque esta obra de Sofonisba creada en 1555, se enmarca en el estilo conocido como manierismo.

Por su parte, la otra hermana que participa del juego, parece intentar despistar de alguna forma con su mano o tal vez llamar la atención de su hermana, quien ha quedado viéndonos fijamente; mientras que la hermana más pequeña, observa con una sonrisa pícara a esta última hermana, quien lo más probable, esté en desventaja en la partida.

Tras esta imagen aparecen varios elementos que pueden recordar diferentes símbolos, tal como sucede con el árbol, que puede considerarse un símbolo de fuerza, la vida y evolución, aunque también es considerado un símbolo masculino, que en este caso, quedaría relegado en segundo plano, por la inteligencia y gracia de las hermanas Anguissola, representando el árbol también, la unión y crecimiento de la familia15.

Un río aparece tras el árbol antes de penetrar en la montaña, se sabe que el río es un símbolo de fertilidad, regeneración, el paso de la vida; se sabe que en la civilización griega los ríos eran adorados casi como dioses, ofreciéndoles sacrificios animales, además de proferirles el mayor respeto.

Los ríos simbolizan también el flujo de la vida, la experiencia humana, pero este elemento, está unificado con la montaña, la cual, también posee un simbolismo importante16.

Finalmente, la montaña alude a la trascendencia, al ascenso a la morada de los dioses, la estabilidad, inmutabilidad, e incluso en algunas ocasiones, hace referencia a la pureza, que podría relacionarse con la inscripción en latín escrita a un costado del tablero, que muestra la condición de virgen de Sofonisba Anguissola.

En la montaña se observa un castillo, en ocasiones pueden verse templos en las más altas montañas, ya que al ser un símbolo de lo trascendente, también facilita la comunicación con los dioses, por lo que también el templo o castillo hace referencia, al señorío de los hombres que gobiernan en nombre de Dios.

Palabras finales sobre el juego de ajedrez en la pintura de Sofonisba Anguissola


Philidor, el más grande ajedrecista del siglo XVIII.

Un jugador moderno podría apreciar varios elementos que le llamarían la atención, llegando a cometer lo que los historiadores consideraríamos un vicio metodológico, ya que, estaríamos observando la partida de ajedrez con nuestros ojos contemporáneos.

Hacemos alusión a este elemento, porque se aprecia que el tablero del lado inferior izquierdo, inicia con un escaque de color blanco, además de poseer la distribución de las piezas, una formación a nuestros ojos extraña, con dos caballos prácticamente juntos, y la acción del juego produciéndose principalmente por los costados, pero de una manera distinta a como se haría hoy en día.

La respuesta de esto, proviene del hecho de que, el ajedrez tal como se juega hoy, con la disputa de las cuatro casillas centrales para dominar el juego, con la posición del tablero que iniciaría con el escaque negro, y que observa un caballo en un costado como una pieza casi perdida; se inicia realmente, en el siglo XVIII, gracias a la manera de jugar del famoso ajedrecista Philidor, quien le da nombre a una famosa apertura, quien determinó estas reglas conocidas actualmente.  

 La pintura de Sofonisba Anguissola, "La Partida de Ajedrez", fue elogiada por Giorgio Vasari, en su obra biográfica de los principales artistas de la época, 

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